En la misa del domingo, Eugenio anuncia su marcha. Para sustituirle llega Froilán, un sacerdote más conservador. En el barrio no se habla de otra cosa y hay opiniones para todos los gustos. A la familia Alcántara le apena la marcha de Eugenio, pero entienden que tenía que pasar, dada su afición a meterse en líos. Sólo Toni parece no aceptar la marcha de su amigo y planea protestar activamente.